la Llamada del 20 de junio de 1940
¡cFrancés!
Pedí a nuestros adversarios poner fin a las hostilidades.
Gobierno designó miércoles a los plenipotenciarios encargados de recoger sus condiciones.
Tomé esta decisión, duro en el centro de un soldado, porque la situación militar lo imponía. Esperábamos resistir en la línea de la Suma y el Aisne. El General Weygand había agrupado nuestras fuerzas. Su solo nombre predecía la victoria. Con todo la línea cedió y la presión enemiga obligó a nuestras tropas a la jubilación.
A partir del 13 de junio, la solicitud de armisticio era inevitable. Este fracaso lo sorprendió. Ustedes acordándose de 1914 y de 1918, buscan anchos razones. Voy a decírselos.
El 1 de mayo de 1917, teníamos aún 3.280.000 hombres a los ejércitos, a pesar de tres años de combates fatales. La víspera de la batalla actual, teníamos 500.000 menos. En mayo de 1918, nosotros - aviones 85 divisiones británicas; en mayo de 1940, allí so'lo tenía 10 en 1918, los teníamos con nosotros los 58 divisiones italianas y las 42 divisiones americanas.
La inferioridad de nuestro material fue mayor aún que la de nuestro personal. La aviación francesa suministró a el contra seis sus combates.
Menos fuertes que hace veintidós años, teníamos - por eso los menos amigos. Demasiado los pocos niños, demasiado las pocas armas, demasiado los pocos aliados he aquí las causas de nuestra derrota.
El pueblo francés no impugna sus fracasos. Todos, pueblo los conoció a su vez éxitos y reveses. Es por la manera en que reaccionan que se muestran escasos o grandes.
Aprenderemos la lección de las batallas perdidas. Desde la victoria, el espíritu de disfrute triunfó sobre el espíritu de sacrificio. Se reivindicó más que se sirvió. Se quiso ahorrar el esfuerzo; se encuentra hoy la desdicha.
Estuve con ustedes en los días gloriosos. Jefe del Gobierno, soy y permaneceré con ustedes en los días oscuros. Esté a mis lados. El combate sigue siendo el mismo. Se trata de la Francia, su suelo, sus hijos.